Nunca piensas en perderlo. Te parece algo sólido, algo que puedes agarrar con las manos y no soltarlo nunca.
Es como un tesoro que no cambiarías por nada y que no le regalarías a nadie.
Lo guardamos bien, tanto que en algunas ocasiones no lo mostramos y lo encerramos en nosotros mismos.
La persona que llegue a tenerlo es la más afortunada y la que lo comparte contigo la más feliz.
Pero en ocasiones se va ...abres demasiado los dedos y se resbala, te lo roban.
Te sientes débil sin él, y no tienes razón para respirar si no está contigo, porque lo necesitas tanto como la luz del sol.
Te sientes perdida y sola, incluso abatida y la gota de esperanza que necesita tu alma te dice que te costará volver a encontrarlo, pero que te ayudaran a buscarlo.
